miércoles, 1 de febrero de 2012

12 - LOS VECINOS, UNA GRAN FAMILIA - AURORA Y SU MADRE


      También los vecinos éramos como una gran familia, ya que en todos los acontecimientos, bodas, bautizos, etc., nos reuníamos todos. Los más cercanos fueron, en el Pral. 1ª, Concha y su hija Aurora.


    Aurora nació en Ransinde, un pueblecito de El Bierzo, y con sólo tres meses de edad,  sus padres, José y Concha,  la dejaron con una vecina en el pueblo para irse a Barcelona.  La mujer no la cuidó bien precisamente, siempre sucia, llena de ronchas y desnutrida, hasta que se hizo cargo de ella su tía.

Concha y su marido José

     En Barcelona, Concha estuvo bastante tiempo haciendo de nodriza, amamantando a  una niña con la leche que tanta falta le hacía a su hija, y al llegar la guerra, su marido José se fue a Francia y no volvieron a saber nada más de él hasta pasadas unas décadas que se enteraron de su fallecimiento y de que había formado allí una nueva familia.


    Aurora era ya  una jovencita  que se pasaba los días cuidando las ovejas, cuando un día festivo que iba con su tía Engracia caminando hacia Vega de Valcarce, una población cercana,  vieron a una mujer con una maleta que les hacía señas y su tía envió a Aurora para que se acercase a ella, cosa que hizo y cuando estuvo a la altura de la mujer le dijo "Yo a usted no la conozco ¿Quién es?" a lo que la otra le contestó "Soy tu madre".


Ransinde, un bello lugar del Bierzo.
En la casa redonda con el techo
de paja nació  Aurora

   Concha, su madre, consiguió que se viniera a Barcelona, donde se encontró con que tenía  una hermana a la que no conocía, y la puso a vender ajos y pimientos de estraperlo  por las calles del barrio.


    Muchas veces se quedaban sin el género porque venía "El Grabado", un hombre que se hizo famoso en Barcelona, que venía con un camión y tres hombres más y  recorrían las calles para acabar con el estraperlo. Estos les quitaban la mercancía y a quien se resistía les pegaba con una porra sin miramientos  si eran mujeres o críos. Se puso de moda decir "Si no estás quieto, llamaré al Grabado".


http://www.bcn.es/biblioteques/docs/vivencies_ramonalos_gabrielm..pdf


    Más tarde, Aurora,  encontró trabajo en la calle Trafalgar en una fábrica de tirantes y cinturones, y ahí estuvo muchos años.

En el centro, mis tías Aurora y Elisa, 
que eran vecinas

    Antes de vivir en Jaume Giralt, Aurora, su madre y su hermana vivían casi al lado, en L'arc de Sant Cristofol. Allí, durante la guerra, cayó una bomba que hirió a su hermana y al poco de estar hospitalizada falleció. Siempre tuvo la foto de su hermana en la mesilla y me contaba la historia. En esa calle bombardeada quedó un solar, "la replaceta",  donde jugábamos después todos los niños del barrio.


La replaceta, en la nevada del 62


La única casa antigua que queda
del Arc de S. Cristofol, lo demás
es nuevo

   Concha tenía realquilados en su piso y cocinaba para ellos. Un día que guisó conejo para el día siguiente, se encontró que alguien se lo había comido  y dejó los huesos pelados en la cazuela ¡Quién no corre, vuela!  Los realquilados se encontraban en la vecindad como en una familia.


      Mi tío Pepito, que entonces vivía en nuestro piso, y Aurora,  se enamoraron, algo que no era del agrado de su madre que siempre fue una mujer muy rara y muy puñetera. Como consecuencia del enfrentamiento entre madre e hija, Aurora cocinaba y comía con nosotros.

Mis tíos Aurora y pepito

    Mientras festejaban nuestros tíos, nuestra madre que acababa de parir, estaba muy débil y Concha le ofreció el caldo que acababa de hacer. A cambio mi padre le pintó el piso.

En la moto de unos amigos

    Aurora y Pepito se casaron, por fin, después de trece años de noviazgo, que le costó lo suyo porque la bruja de su madre no quería (comenzó a caérsele el pelo a mechones hasta que encontró debajo de su almohada un muñeco de vudú, puesto por su propia madre y aconsejada por una vecina, y es que parece ser, que haberlas haylas) y se quedaron a vivir en el piso con su madre, debajo del nuestro.

Casados, por fin

   Con la madre que tenía, ella era y es todavía una persona muy buena a la que queremos mucho. Su madre, en los últimos años se fue a vivir al pueblo, donde enfermó,  y Aurora tuvo que ir a cuidarla durante un largo y crudo invierno hasta que falleció.


    En el piso pral. 2ª, vivía  María, dueña del bar Papiol, quien hacía unos buñuelos de bacalao buenísimos,  impregnando de su rico olor toda la escalera (pero también la ropa tendida en el balcón),  y sus hijos Fina y Joan. Fina estaba casada con Luis (quien cariñosamente me llamaba fideo), un camionero realquilado en casa de Concha y tuvieron cinco hijos, los cuales quedaron pronto huérfanos de padre. Mi hermana Julia fue "padrina" de uno de ellos, Jesús,  y recuerdo que en los bautizos tiraban peladillas desde el balcón y todos los críos de la calle nos poníamos debajo para recogerlas.

Julia, con Luis y Carlitos,
su hijo mayor
Bautizo de Jesús, Julia con él en 
brazos y yo delante, casi todos
eran vecinos

La Comunión de Jesus y Carlos, 
Julia detrás (la del moño) y Gemma delante,
 (la rubita)

    En la festividad de Sant Cristofol, el bar Papiol organizaba una fiesta para los niños del barrio, ya que enfrente del bar estaba la calle Arc de Sant Cristofol, donde había una hornacilla con una imagen del santo (ahora está la hornacilla vacía). ¡Cómo disfrutábamos los críos! Se hacían carreras de sacos, "trencar l'olla", chocolatada y diversas actividades, todo en Jaume Giralt.

La hornacina vacía de
L'arc de Sant Cristofol
Justo en ese suelo de barro, estaba
mi casa y el bar Papiol



















11 comentarios:

Júlia dijo...

Es verdad Montse, el barrio parecía un pequeño pueblo donde nos conocíamos todos y celebrábamos juntos cualquier acontecimiento.

Aurora tubo una infancia muy infeliz, pero eso no implicó para que se convirtiera en una gran persona de la cual tenemos un buen recuerdo que perdurará para siempre.

Tambien tenemos buenos momentos con la familia Papiol y entrañables con Carlitos y Jesús a los que yo queria mucho, eran unos niños muy bonicos.

Tambien hemos pasado buenos ratos en la "replaceta", que pena lo que ha quedado, al igual que nuestra querida casa que ya no está en el solar, pero para nosotros siempre estará allí.

Montse, vamos a por el siguiente. Besos

Montse dijo...

Es que los barrios de antes no eran lo de ahora, Julia, y los vecinos, con nuestras cosas buenas y malas, nos apreciábamos, ahora hay mucho vecindario malo e h.p. que sólo busca cómo fastidiar al personal ¡que te voy a contar a tí! Un beso y felicidades otra vez, que no sea por desearlo todas las veces que haga falta!

Gemma dijo...

¿Cuantas horas habré pasado en casa de la tieta Aurora?. Nuestro vecino Jesús fue mi novio de infancia. Para Sant Valentín me traia regalos. Ese solar tiene nuestros recuerdos volando por encima. ¿Los veis?

Gemma dijo...

Julia, PER MOLTS ANYS!!!!!!
Un peto i una abraçada .

Nacora dijo...

¡Vaya! Lo que eran antes los vecindarios y lo que son ahora. (Me acabo de dar cuenta de que la mayor parte de las veces, por no decir siempre, comparo lo que explicas de aquellos tiempos con la actualidad, pero no puedo evitarlo!).
Hoy en día poca gente me sé que conozca a sus vecinos y crucen más palabras que "buenos días" o "qué frío/calor hace hoy" en el ascensor. Y antes eran todos grandes famílias, con sus pro y sus contra, también había de todo claro, pero era totalmente diferente.

Menuda historia, parece sacada de un libro, o algo. No sabía nada sobre la tieta Aurora, sí había oído hablar de Ransinde, que siempre dices cosas sobre ese sitio, pero ya está.

Qué fuerte eso del muñeco de vudú, ¿no? Y más teniendo en cuenta que era su madre. Pues sí que estaban enfrentadas, vaya.

En fin, sigue subiendo cosillas, el anterior capítulo ya te dije que lo leí (bueno, más bien lo miré sobretodo porque la mayoría eran fotos :P) nada más lo subiste, pero bueno aquí ya te comento =D

Un beso!

Montse dijo...

Gemma, los vemos y los oímos, hacíamos mucho barullo los cuatro y el ruido se ha quedado flotando allí, donde están nuestros recuerdos. Besos, cariño.

Montse dijo...

Anna, todo era diferente, algunas cosas han mejorado, pero en el contacto diario con la gente antes había una calidez que ahora no existe. Besitos.

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Pero qué fuerte tu historia y la de tu familia, cuanto dolor hay, haces muy bien de explicarlo como solo tú amiga Montse, sabes hacerlo.
Nuevamente me quedo sin palabras...
un abrazo y muchas gracias.

Montse dijo...

Mari Trini, en la historia he sido un poco dura con la madre de Aurora, con los años se le fue ablandando el corazón y acabó aceptando a mi tío, pero el comportamiento que tuvo con su hija está ahí y es lo que he explicado. Muchas gracias, guapa, y un beso.

Mari-Pi-R dijo...

Los vecindarios de antes que ya no existen por lo menos por aquí ni nos conocemos.
Tu vecina no tuvo la vida fácil, aunque todo era duro en aquella época.
Bonito escrito
Un abrazo

Montse dijo...

Pues no, Mari-Pi-R, el vecindario ya no es lo que era, antes las familias se pasaban toda la vida en esos pisos y no había los cambios de domicilio que hay ahora, por bien o por mal, y claro, tenían que conocerse a fuerza de estar tantísimos años juntos. Mi tía Aurora y mi tío Pepito siguen viviendo en la misma calle, aunque en uno de los nuevos edificios que se hicieron posteriormente. Muchas gracias, guapa. Un beso.