jueves, 9 de febrero de 2012

16 - LA FAMILIA DEL TIO ALFREDO



     ¡Cómo nos gustaba cuando ponían los caballitos (feria) en el Paseo San Juan, al lado del Arc de Triomf! nos encantaba ir. Había atracciones,  puestos con algodón de azúcar y manzanas caramelizadas... y una montaña rusa, que no tenía nada que ver con las que se ven ahora tan altas y de vértigo, pero que de todas maneras, me mareaba. En alguna tómbola tenían  un chimpancé vestido de persona que hacía las delicias de los críos. A Julia le encantaba subirse a las cadenas y que le giraran la silla con ella montada para que cuando se pusiera en marcha tener una sensación más vertiginosa, algo que a mí me daba pavor.

Yo soy la del medio ¿Eh?
con mi tío Pepito y el chimpancé
de una tómbola

Julia y yo, en los caballitos

¡Qué mona estoy aquí!

     De vez en cuando íbamos a visitar a mi tío Alfredo y a su mujer, Rosa, a su casa de la calle Pallars. Justo enfrente estaba la fábrica de colchones Flex con un cisne de neón en la parte de arriba. Unas veces íbamos caminando, dando un paseo y otras en tranvía, que pasaba por delante mismo de su casa. Recuerdo los tranvías abarrotados con la gente colgando por fuera, con sus troles y raíles. Aparte del conductor, iba un cobrador sentado a la izquierda del tranvía.


Los tranvías de la época

     Con ellos vivían Tony y Rosi, dos de los hijos de Rosa.  Tony,  fue de joven un tarambana  sin ganas de trabajar. Cuando su madre preparaba la mesa, a él le ponía el plato vacío boca abajo, y el tío Alfredo le decía "anda, ponle algo de comer al pobre" y Rosa le contestaba "¿Verdad que tú tienes que trabajar para comer? ¡Pues que él haga lo mismo!". Una lección que iría muy bien en estos tiempos que corren.


     Mi tío había trabajado cuando era joven de limpiabotas, igual que su padre, hasta que encontró trabajo en la Compañía del Gas,  donde primero iba apagando las luces de las farolas de las calles, que había que hacerlo de una en una,  y más tarde fue por los pisos inspeccionando los contadores.

 Farolero encendiendo 
las luces

Preciosa farola diseñada
por Gaudí

    Tony sentó la cabeza cuando se casó con una gallega que tenía una hija, con las que se trasladó a vivir  al Raval,  y el tío Alfredo le aconsejó que trabajara de limpiabotas, que se ganaría bien la vida. Así que le dió la caja de madera que había pertenecido a nuestro abuelo Joan (recuerdo esa caja en casa en mi infancia) y Tony estuvo muchos años limpiando zapatos en Las Ramblas y luego en una cafetería de la Rda. S. Antonio que era punto de encuentro de actores del Paralelo.


Detrás, Tony, su madre, su mujer
y mi tío Alfredo

La caja de mi abuelo era parecida

      Rosi, su hermana, encontró trabajo de cajera en un supermercado y una vez fue mi madre con Rosa a comprar allí. Mi madre llegó a casa muy alterada y dijo que no volvería a ese supermercado nunca más, porque cuando colocaron la compra, la cajera, o sea Rosi, hizo como que no las conocía y empezó a pasar artículos y a marcar en la registradora sólo unos pocos, con lo que casi les salió gratis. Pero el mal rato que pasó mi madre no se pagaba con dinero.

Mi madre, con Rosi y nosotros tres

Rosi, con su hija bautizada, 
y mi tío Alfredo

   Estas pillerías eran habituales en esa época, oscura y difícil y en la que costaba salir adelante, y por descontado que estaba muy mal hacerlo, pero tampoco arruinaban a nadie. No como  todos esos LADRONES con traje y corbata que van con la cabeza muy erguida y sonriendo a la cámara porque saben que la justicia para ellos no se mide con el mismo rasero que para los pobres, y que los siguen aplaudiendo las mismas personas de las altas esferas (y de más bajas, incomprensiblemente)

     En la calle Pallars tenían unos vecinos que eran como de la familia. La mujer, que se llamaba Josefa, tenía un nieto de mi edad y cuando yo iba a casa de mi tío, jugaba con él a los toros porque quería ser torero de mayor. Creo que no sabía jugar a otra cosa ....


 



      

21 comentarios:

Tot Barcelona dijo...

Me gusta la simplicidad de la historia, es lo que es, lo que hemos sido. salut

Júlia dijo...

Lo cierto es, que vivíamos en una zona en donde teníamos todo al ladito, el parque de la Ciudadela, La Rambla, el puerto, la playa, andando íbamos a todas partes y lo mejor es que teníamos tiempo para todo.

Recuerdo en el Salón San Juan que habia bicicletas de alquiler. En aquella época los niños sólo teníamos acceso a ese sistema, vamos, lo que es ahora es el Bicing

Curiosa la familia del "tiete" Alfredo. A él lo recuerdo de limpiabotas también en el Bar Papiol, al que veía desde el balcón de casa.

CHORIZOS, ellos, áquello era supervivencia, miedo, de todo un poco...

El comportamiento de Rosa siempre me ha parecido un modelo a seguir y en los tiempos que corren mas.

Que bonicas eramos de pequeñas!!!. Besitos

Montse dijo...

Sí Miquel, no sabía si contarlo o no, pero digo ¡Qué narices, es lo que ocurría antes! y ahora nos reímos y ya está, seguimos tan pobre como antes, pero los CHORIZOS con traje de ahora se hacen más ricos sólo a base de firmar y también se reirán, sí, pero de nosotros. ¡Saludos!

Montse dijo...

Sí que era un barrio privilegiado, Julia, en uno de los videos que puso Mari Trini ayer sobre la destrucción del barrio, sale un señor que dice "desde aquí se puede ir a cualquier sitio, que te quieres ir al Himalaya, pues te vas al Himalaya", y es verdad que teníamos todas las combinaciones de transporte al lado, y a los sitios más característicos íbamos andando. Cuántas veces nos hemos reído con el tema del supermercado y la Rosi, me la imagino a ella y su madre sin mirarse siquiera como dos perfectas desconocidas, jajaja. Sí que éramos monas, pero no chimpancés ¿Eh? como el de la foto.
Besos.

Eastriver dijo...

Pues mira, Rosi debía estar tan explotada, como la mayoría de trabajadores de la época que me parece genial que ayudara a los suyos. Yo, en su lugar, hubiera hecho lo mismo.

Gran y entrañable entrada, como todas.

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Totalmente de acuerdo contigo querida Montse, y tu post tiene todo el un mensaje y muy clarito...
Me acuerdo del algodón de azúcar y las manzanas caramelizadas con un palo pinchado.
Estás monísima una niña preciosa y con la vespa, siempre y tienes muchísimas fotos , es admirable el trabajo que has tenido.
Mi enhorabuena Motse y un fuerte abrazo.

Montse dijo...

Como tú dices, Eastriver, seguro que a Rosi la explotaban en el trabajo, como a casi todos en esa época, aunque no todo el mundo servía para hacer eso, ya ves, mi madre llegó diciendo "No vuelvo más" y no volvió y ella salió perdiendo, porque una ayudita iba muy bien. Un abrazo.

Montse dijo...

Mari Trini ¿Tú te acabaste alguna vez la manzana caramelizada? ¡No creo que ningún niño se la comiera toda nunca! Porque una vez que te has comido el caramelo, ¿para que quieres la manzana? jajaja. Gracias por los piropos, guapa, un beso.

Mª Trinidad Vilchez dijo...

NO ME LA ACABÉ NUNCA, Y ME PARECÍA MUY PEGAJOSA, ME PONÍA LAS MANOS PERDIDAS, PERO NO ME LA ACABÉ NUNCA.
DE NADA MONTSE, NO SON PIROPOS, ES LO QUE SIENTO Y SOBRE TODO LA VERDAD.
UN ABRAZO.

Josep dijo...

La foto tuya subida a la moto es preciosa. Estás guapísima.
Recuerdo a los señores que limpiaban zapatos . La caja estaban decoradas con chapas de cerveza, trina, coca-cola....ha que si!?
Un petó.

Montse dijo...

Muchas gracias, Josep, sí que éramos monas de pequeñas ¡ya me podía haber quedado así, como "el niño del tambor de hojalata"! jajaja. Pues mi tío Alfredo se debía guardar todas las chapas para la cortina de su casa en la calle Pallars, que, claro, yo siempre pensaba ¿de dónde sacaría tantas chapas? no caía en que limpiaba zapatos, sobre todo en los bares, así que las tenía a montones. Un petó.

Gemma dijo...

Esta es la verdadera historia de ésta familia. Tan honrados, tan honrados que por eso no tenemos un duro.JAJAJA!!
Besos guapa!!

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Querida Gemma:
Para todo en la vida hay que valer, y podéis estar muy orgullos@s de vuestra familia, donde ha prevalecido el cariño y la honestidad una hermosísima palabra ya en deshuso...Los políticos no pueden tener esa palabra, solo chanchullos y poder, pero andar como anda cualquier persona por donde quiera ir, comer , beber , pasear "esos no lo pueden hacer"
Nosotros los humildes tenemos esa gran ventaja y debemos de estar superorgullosos de ello.
Los "normales" somos privilegiados.
Un abrazo Gemma.

Montse dijo...

Gemma, aún tenemos tiempo de rectificar, el lunes próximo vamos a atracar un banco, ¡Quién roba a un ladrón tiene 100 años de perdón! y nos quitamos de encima la hipoteca. Besos, bonica.

Montse dijo...

Mari Trini, yo tampoco puedo ir a comer donde quiera, ellos por los guardaespaldas y yo por el bolsillo, jajaja. Besos.

Josep dijo...

Ostras!es verdad, la cortina de la calle pallars!
Bona nit.

Un petó.

Mari-Pi-R dijo...

Rosa daba una buena lección a su hijo en ponerle el plato boca abajo, ya ves luego se salio, hay que ver como los tiempos han cambiado creo que el oficio de limpiabotas a desaparecido, o bien ya no es tan corriente como antes.
Los tiempos de los caballitos fueron buenos para todos.
Un beso y preciosas fotos y historias en cada uno

Gemma dijo...

jaja. Montse, dime a que hora vamos, que tengo que pedir permiso en el trabajo. ¿Que me llevo? ¿El bolso o la maleta? Que somos muchos!!!

Júlia dijo...

Montse, a que hora quedamos el lunes?, espabila que hay que pedir tanda. Me han dicho que tienen toda la semana llena... hay tantas hipotecas, je, je
Bona nit y bona sort.

Montse dijo...

Hola Mari-Pi-R, lo del plato boca abajo lo vió hacer mi hermana Julia en alguna ocasión a Rosa, y ya entonces, que era una niña, se le quedó grabado como una buena lección hacia su hijo Tony. Los limpiabotas, supongo que antes tenían trabajo porque los zapatos se cuidaban mucho, tenían que durar tiempo, ahora los cambiamos más a menudo y además casi todos llevan zapatillas deportivas, los oficios van cambiando como va cambiando la manera de vivir. Un beso, guapa.

Montse dijo...

¡Ay, esas teresinas que llevamos dentro las tres! Menos mal que nos reímos de nuestra sombra. Os quiero!